Hace ya un mes de la celebración en honor a nuestra Virgen del Valle en Houston por primera vez, y les cuento que todavía estoy embriagado de emoción y fe, algo que los venezolanos estamos muy necesitados, dentro y fuera de nuestra tierra.
El 8 de septiembre, Houston se unió a la celebración mundial del día de la Virgen del Valle, gracias al padre Miguel Solórzano, párroco de la iglesia St. Bartolomé en Old Katy, quien nos abrió las puertas para recibirnos con entusiasmo, en compañía de todos sus parroquianos.
Un acto presidido por el sacerdote margariteño, radicado en la ciudad de Orlando, Enrique Guerra, quien amablemente aceptó nuestra invitación. La música, estuvo a cargo del internacional violinista y director de orquesta, el Maestro Eddy Marcano, quien al son de baladas margariteñas, nos transportó a la isla no sin antes soltar más de uno, el exceso de equipaje que teníamos en nuestros ojos. Fue una noche de lágrimas de alegría, al por fin, ver a nuestra Virgencita celebrar con nosotros su cumpleaños, aquí en Houston, tan lejos de nuestra patria.
Soy devoto de la Virgen del Valle desde bien chamo. Me recuerdo que mi abuela Carmen (materna) me llevó en unas vacaciones al Valle y ya estando frente a la Virgen, me la presento y le encomendó mi cuidado.
Desde entonces, siempre la he llevado conmigo, amor que le trasmití a mis hijos desde muy chicos, contagié a la mía y ahora me ha tocado trasmitir a mis nueras, y desde ya, a mi preciosa nieta.
Al mudarme a Houston, se me hizo difícil aceptar el no poder por lo menos celebrar su día con ella. Por años busqué una iglesia donde celebraran su cumple o, que estuviera dispuesta a celebrarlo… sin éxito y con mucha frustración.
Es así que hace un año, el 8 de septiembre del 2023, al salir de la misa ordinaria que se celebraba ese día, y después de año tras año desde que estoy en Houston, buscar donde celebrar su día sin éxito, me prometí y así se lo hice saber a la Virgen y a mi esposa que me acompañaba como siempre, que, en el 2024, en Houston se celebraría el día de nuestra Virgencita y gracias a que ella también quería celebrar con nosotros, todo fluyó de tal manera que, al darnos cuenta, estábamos todos de fiesta con ella.
Por cierto, solo los que estuvimos involucrados en esta celebración, sabemos que fue así, al punto y les dejo esta anécdota entre tantas: estando fuera del país días antes de la celebración, el Padre Enrique me llama indicándome que por razones de salud de su mamá (en Margarita) era casi seguro que él no podría venir, por lo que me recomendaba tener un plan “B”, y al yo decirle que no se preocupara porque yo lo tenía, me pidió para su tranquilidad que se lo compartiera, así que le respondí, que él, era mi plan “B” también porque su mamá se iba a mejorar y él estaría con nosotros el 8 de septiembre. Y ya saben que así fue, porque así la Virgen lo dispuso, como lo hizo con todo.
Desde que inicié el camino para lograrlo, lo primero que supe fue que yo no estaba solo como creía, no era el único viviendo este despecho, este destierro, sino que éramos muchos con este mismo sentimiento, ya que, en el camino, comenzaron a salir entusiastas provenientes de todas partes de Venezuela, queriendo colaborar en pro de unirse a la fiesta de cumpleaños de nuestra virgen.
Posiblemente lo que más me sorprendió, no fue saber que no estaba solo en este pesar, era de esperarse, sino la cantidad de personas que tan rápido se unieron para colaborar, convirtiendo esta fiesta, ya no en una de orientales devotos de la Virgen Patrona del Oriente del país, sino una fiesta de todos los venezolanos, sin importar de dónde y sin ningún otro interés más que apoyarnos entre sí para hacer de esta fiesta, una noche inolvidables como al final fue. Que maravilloso re-encuentro con nuestra nacionalidad y característico gentilicio.
Hoy pienso que realmente es lo que la Virgen quería, sabiendo las necesidades de unión que los venezolanos tenemos regados por el mundo. Que nos reencontráramos en una gran comunidad inmersa en fe.
El día de la misa cuando me tocó dar la bienvenida, y con ese fin subí al ambón cargado de seguridad y alegría, pude constatar que eran tantas las personas haciendo acto de presencia, que muchos estaban parados escuchando la misa, fuera de la iglesia. Supe sin duda, con un nudo en la garganta que no me permitía hablar, que nunca habíamos estado solos, sino que no nos habíamos encontrado. Quería llorar de alegría, pero los hombres con mi tamaño no lloramos en público, sino esperamos al final de la noche para hacerlo mientras nos damos un baño, sin creer lo que había pasado.
Nunca estuvimos solos, es que no nos habíamos encontrado y ahora lo sabemos.
Han pasado ya varios días y no salgo de mi estado de embriaguez emocional, de ver cómo, mejor dicho, por haber tenido la oportunidad de vivir aquella experiencia rodeado de tantas personas que urgían por esta fiesta, por una noche como esta en sus vidas. De sentir la magia de la Virgen del Valle en nuestros corazones otra vez.
Según me dicen, superamos por más de mil personas la capacidad de 1.400 puestos que tiene la iglesia. Más de 2000 personas aclamando a la Virgen, reforzando su fe, el amor por ella y el prójimo, cosa que se sentía hasta en el aroma que se desprendía de tanto amor a la vez. No me canso en describir esta noche, como mágica.
Al final de la misa, varias personas se me acercaron para felicitarme, injustamente, porque la verdad es que no fui yo, fuimos muchos los que trabajamos muy duro para, en tan corto tiempo y sin dinero, hacer realidad esta maravillosa velada, pero entre felicitación y felicitación, hubo quien me dijo, que se había ido esa noche a la Isla por unas horas, o que había pasado toda la noche llorando, por mi culpa claro, sin poder responderle en mi defensa, porque yo mismo quería llegar ya a mi casa para guindarme a llorar y descargar tantas sensaciones que me comprimían.
Un amigo que fue parte de los organizadores, me llegó a decir a los días, cuando en copia lo puse en los agradecimientos que por e-mail pasé a las autoridades eclesiásticas en Orlando y en nuestra ciudad que nos apoyaron, que hasta cuando iba a seguir, porque él estaba cansado de llorar cada vez que recordaba la noche de la misa.
Lo entiendo claramente, creo que a todos los que estuvimos presentes, nos pasa lo mismo, no importa si fuimos parte de los diferentes comités que formamos para organizar la celebración, o, si simplemente fueron a la misa, yo creo que todos estamos viviendo con esta maravillosa sensación, días después y espero creyéndolo firmemente, que será para siempre.
El 8 de septiembre del 2024 en Houston ocurrió algo milagroso que nos unió a todos en lazos inquebrantables para siempre y que jamás podremos olvidar. Para mí y sé que, para muchos, ha sido la noche más mágica en mi vida.
Por si no era suficiente, antes de comenzar la misa, ya con la sala full a su mayor capacidad, el Padre Miguel me dio la noticia y autorizó difundirla, y ahora lo hago con ustedes los que no pudieron acudir, que St. Bartolomé se convertía en la Basílica Menor de Nuestra Virgen del Valle en Houston, así que el año que viene volveremos a celebrar el 8 de septiembre, con una gran fiesta en honor a nuestra Virgen del Valle, consiente o mejor dicho, segurísimo que seremos muchos más que los tantos que fuimos este año. También se desde ya, que serán más las personas de toda Venezuela apoyando y colaborando, y también se, que la fiesta será increíblemente mejor y para eso ya estamos muchos, trabajando.
¡Los ritmos propios de Margarita, la humildad en las palabras del Padre Enrique presidiendo la misa, la emoción contagiarte de tantas personas y la presencia de nuestra Virgencita entre nosotros, no solo gracias a la preciosa imagen que la familia Prieto compartió con nosotros, hicieron de esa noche de cuento de hadas… una realidad cargada de magia
A todos aquellos que no pudieron ir, por cualquier razón, los esperamos el año que viene para que tengan la oportunidad de vivir por muchos días, posiblemente y así espero, para siempre, lo que estamos viviendo todos los que asistimos esa noche tan mágica a celebrar en compañía de nuestra Virgen del Valle.
Como dije esa noche; “cuando los venezolanos nos unimos sin intereses, no es que somos más, no, es que somos mejores y juntos podemos hacer cosas fantásticas como esta celebración lo demostró”
A todas las autoridades Eclesiásticas de nuestra ciudad y de Orlando que nos apoyaron, gracias.
A todos los parroquianos de St. Bartolomé que nos asistieron con su experiencia y humildad, gracias.
A todos los parroquianos de la iglesia Sta. Faustina que se dispusieron a apoyarnos en la organización de la liturgia, gracias.
A todas las personas de diferentes partes de Venezuela que se conformaron en equipos para hacer de esta fiesta algo tan precioso y maravilloso, gracias.
A los miles de personas que acudieron esa noche y nos contagiaron con su alegría y su fe, gracias, gracias, muchas gracias a todos.
Que nuestra Virgencita del Valle los bendiga siempre y los traiga de regreso el año que viene a su celebración, en Houston o en cualquier parte del mundo, para juntos disfrutar de su presencia mientras la celebramos.
Terminando de escribir estas líneas, me doy cuenta de que de todos los que ayudamos en esta celebración, solo había tres personas conocidas incluyendo a la mía, entre todos ellos, pero al final, resultó que salí por la puerta de la iglesia, con cientos de amigos, un milagro más de la Virgen y esta celebración.