Según fuentes médicas y de seguridad la escalada de violencia llegó en momentos en que las fuerzas iraquíes se preparaban para lanzar una ofensiva para recuperar Mosul, la última ciudad de Iraq que todavía se encuentra bajo control del grupo radical Estado Islámico (EI).
El ataque que mayores víctimas dejó fue el ocurrido en una reunión chií en Bagdad, donde un suicida estalló la bomba que portaba en una tienda llena de gente, dejando así a 41 personas muertas y 33 heridas.
El Estado Islámico se ha adjudicado la responsabilidad del ataque por medio de un comunicado difundido por internet.
Previamente en el día, hombres armados supuestamente ligados al EI atacaron un puesto de control de la policía y la casa de un jefe de la milicia suní que respalda al gobierno de Bagdad.
Ocho policías murieron y otros 11 resultaron heridos en el primer ataque, que tuvo lugar en Mutaibija.
En el segundo asalto, la esposa y tres hijos de Numan al-Mujamaie, líder de la milicia Ishaqi Mobilization, perdieron la vida cuando atacantes armados irrumpieron en su vivienda ubicada en la localidad d Ishaq cuando él no estaba.
Los hombres huyeron, se enfrentaron con la seguridad del lugar y luego se suicidaron detonando un cinturón explosivo.
Este año el Estado Islámico ha intensificado sus ataque con bombas en zonas que se encuentran en manos del Gobierno iraquí, sobre todo, en el momento en el que se encuentra perdiendo terreno a manos de las fuerzas oficiales.
Iveth Villalobos / EV Houston / Foto: EFE