En los 19 años que lleva como vendedor de cacao, el venezolano Freddy Galindo ha lidiado con robos en las carreteras, algunos secuestros de miembros de su familia y el declive en la calidad del grano pese a su legendaria fama.
Sin embargo, la cosecha de este año le trajo una nueva preocupación: la intromisión en el negocio del gobierno socialista. Según denunció, camiones llenos de cacao han sido detenidos apenas salieron de su almacén por alcabalas (puestos de control) del Ejército y los sacos quedaron retenidos durante días
Algunas veces, los conductores fueron obligados a descargar la mercancía en almacenes del gobierno y, tras varios operativos ocurridos este año, el comerciante determinó que le faltaban unas 87 toneladas de cacao, con un valor equivalente a unos 130.000 dólares.
Al igual que Galindo, otros agentes vendedores del estado de Miranda, la segunda región que más produce cacao en el país sudamericano, han reportado retrasos y confiscaciones en los últimos meses.
El gobierno está “haciendo presión para que los empresarios privados entreguen la mercancía a precio de nada”, apunta Galindo desde el galpón de su pequeña empresa Comercializadora Freyra, en la población de San José de Barlovento, mientras un puñado de trabajadores llenaba sacos de fibra vegetal con rojizos granos de cacao.
Un alto funcionario del gobierno asegura que los puestos de control buscan frenar el contrabando de cacao y han hecho incautaciones cuando presumen que sus propietarios intentan evadir impuestos.
Sin embargo, los operativos han desconcertado a los productores y comerciantes de cacao, que temen ser blanco de una nueva cruzada del gobierno para tomar control del negocio, como hizo en el pasado en áreas de la industria petrolera y algunas agroindustrias como la del café y el azúcar.
Este año, el gobernador oficialista del estado Miranda, Héctor Rodríguez, estableció una empresa para conseguir exportar el cacao que le venden los productores.
Hasta el momento, la firma ha comercializado en el extranjero unas 500 toneladas de esos granos, según datos aportados por Rodríguez en una entrevista. El volumen representa el 5 por ciento de las exportaciones anuales de cacao.
El sector privado todavía tiene el mayor control en la industria del cacao. Pero los envíos son una nueva fuente de divisas para la administración estatal, justo cuando la nación OPEP ha visto mermar sus ingresos en divisas por la caída del bombeo de petróleo a mínimos de más de 60 años y busca promover las ventas de minerales como el oro para paliar la crisis.
Si bien ninguna ley impone a los productores de cacao de Miranda vender su cosecha a la empresa de la gobernación, muchos temen que las reglas de juego cambien y algo así acabe ocurriendo ahora que el gobierno local participa también en el comercio de este fruto para su exportación.
“Va a ser como la caña de azúcar, que (el gobierno) expropió todo y hoy no hay azúcar”, dijo Freddy Padrón, un productor de cacao de 50 años, que lo cosecha en una modesta parcela de 11 hectáreas en una zona de Barlovento. “Esto está en riesgo ahora”, agregó.
Venezuela fue el primer productor mundial de cacao hasta finales del siglo XVIII y lo comerciaba bajo el dominio de la colonia española. Pero desde hace décadas exporta entre 8.000 y 10.000 toneladas por año, apenas una fracción de lo que transan grandes productores de cacao como Costa de Marfil o Ghana.
Aún así, su cacao sigue siendo apreciado por los fabricantes de chocolates de Japón o Suiza, que celebran su intenso sabor y aroma desde tiempos de la colonia.
Gracias a esa fama, artesanos del chocolate local optaron por enfrentar la crisis elaborando barras gourmet con 100 por ciento cacao venezolano que llegan a vender por 10 dólares en el extranjero. Pero otros países fabricantes de chocolates han reducido las compras del grano venezolano en los últimos años, según fuentes del sector consultadas.
Los retrasos en la entrega de permisos de exportación han paralizado algunos envíos y varios compradores han cambiado de proveedor para asumir menos riesgos.
La calidad del cacao local también ha sufrido, apuntan algunos operadores. Con las restricciones cambiarias, muchos productores no han podido importar los químicos que necesitan para sus cosechas y por temor a que los roben, apresuran los procesos de fermentado y secado del fruto, sacrificando su sabor.
La caída del precio del cacao venezolano también refleja esa crisis. Hace una década, los granos que llegaban desde Venezuela se vendían con una prima del 36 por ciento sobre los de Costa de Marfil, uno de los principales exportadores, según muestran los datos comerciales de Estados Unidos. La brecha se redujo al 6 por ciento en los primeros ocho meses de 2018.
El cacao venezolano no deseado se está acumulando en almacenes de Europa, dijo un comerciante de ese continente que pidió mantener su nombre en reserva.
Luc Cohen – Reuters