El papa Francisco criticó la arrogancia, la ira y la ambición, y animó a las personas a compartir con los demás.
Esto lo hizo durante la misa del Corpus Christi que presidió en el barrio romano de Casal Bertone, donde lamentó la facilidad con la cual hoy se maldice, se desprecia, se insulta.
Asimismo, criticó que a menudo, por desgracia, el que grita más y con más fuerza, el que está más enfadado, parece que tiene razón y recibe la aprobación de los demás y pidió a las personas no dejarse contagiar por la arrogancia y las lamentaciones.
Dicha festividad (Corpus Christi), se instauró por el papa Urbano IV en 1264, debido al llamado “milagro de Bolsena”.
En 1263, un sacerdote bohemio, Pedro de Praga, se dirigía hacia Roma cuando se paró en la cercana localidad de Bolsena para oficiar misa. El cura ponía en tela de juicio de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, por ende pidió a Dios una “señal”.
Según la tradición católica, algunas gotas de sangre salieron de la hostia consagrada, cayendo sobre el corporal, el lienzo que se extiende en el altar, encima del ara, para poner sobre él la hostia y el cáliz.