Apasionada por las Artes, afectuosa, dulce e hiperactiva, así es Karina Barbieri, una venezolana de esas que se hacen sentir donde quiera que llega. Desde muy temprana edad comenzó a estudiar
Ballet Clásico en su natal Maracaibo, continuando en Caracas donde se muda poco tiempo después en la Escuela de Nina Novak, llegando a ser “prima ballerina” tras años de mucha disciplina, y más tarde profesora de ballet en diversas escuelas de danza, actividad que alternaba con sus estudios de Psicología en la Universidad Católica Andrés Bello.
Actualmente Karina reside en Houston con su esposo de más de veinte años, Carlos Barbieri, con quien formó una hermosa familia con tres maravillosos hijos, y es una mujer sumamente comprometida con la labor social. Ha presidido múltiples eventos para organizaciones sin fines de lucro, llegando a recaudar entre todos ellos cerca de un millón de dólares, siendo nombrada en el 2017 entre las Top 30 mujeres más influyentes de Houston.
Karina es Filántropa y Empresaria y en la actualidad está expandiendo a otros países proyectos médicos asistenciales conjuntamente con su familia.
Para Karina Venezuela es un país hermoso, generoso y encantador, destacando que “los venezolanos nos caracterizamos por ser alegres, festivos y muy creativos, siempre buscamos pasarla bien y ser felices a pesar de los obstáculos que se presenten”.
Describe a Venezuela como un país con bellas tradiciones, una geografía extraordinaria y un pueblo trabajador, lo que para ella es razón suficiente para sentirse orgullosa de su gentilicio.
¿Cuál es la característica personal que “revela” su venezolanidad?
Me delata la espontaneidad, la picardía, el tener siempre una salida ocurrente ante las circunstancias. Ya que soy del trópico, tengo un carácter amable que asumo con mis semejantes.
¿Cómo contribuye en el desarrollo de la comunidad donde reside?
Soy muy activa participando en obras de beneficencia ayudando a causas sociales a los menos favorecidos, porque debemos tener compromiso con la sociedad y el sector en donde vivimos.
¿Le costó adaptarse a Estados Unidos?
Soy una mujer muy adaptable, quizás porque he vivido con mi familia en diferentes países y no suelo aferrarme, por ello fue fácil adaptarme. Por otra parte, he conocido gente maravillosa en las dieciséis mudanzas que llevo alrededor del mundo. Lo que si me afectó fue alejarme de mis padres y hermanos, pero estamos en constante comunicación y eso ayuda mucho. Acá en los Estados Unidos se vive con orden y respeto, y lo importante es acatar las leyes.
¿Qué piensa sobre la opinión negativa que algunos tienen sobre los venezolanos inmigrantes?
Bueno, no estoy de acuerdo porque considero que los venezolanos que han llegado a este país han contribuido mucho con el desarrollo de los Estados Unidos, son altamente preparados académicamente y respetuosos de la ley. Habrán algunos casos aislados de compatriotas que hayan cometido algunas faltas, pero no es la generalidad.
¿Cree que todos los países del mundo deben apoyar a los venezolanos inmigrantes?
Claro que sí, porque son altamente capaces y colaboradores con el desarrollo de los países a donde van.
¿De qué manera ayuda a los paisanos venezolanos que aún viven en su país?
En Venezuela tenemos empresas de servicios médicos que proporcionan salud y empleo a mucha gente. Adicionalmente ayudamos con obras sociales. Es lo que siempre hemos visto en casa; mi padre es médico ginecólogo obstetra, que por cierto, fue quien me trajo al mundo, muchas veces asistía a sus pacientes sin costo alguno, inculcándonos la generosidad y compasión por los demás. Crecí bajo esos estándares.
¿Qué mensaje le gustaría enviar a toda la comunidad venezolana radicada en Houston y sus alrededores?
Que es importante estrechar los lazos de nuestra venezolanidad, que mantengamos nuestra idiosincrasia y costumbres dentro de este gran país y que apoyemos a nuestros compatriotas en lo que esté a nuestro alcance.
Sandra Urdaneta/Abraham Puche/EVH