Miguel Díaz – Canel, quien ahora sucede al mandatario Raúl Castro en la presidencia de Cuba, parecer ser otra persona canosa, seria, de muy pocas palabras y con escasa visibilidad pública. Pero, ¿Quién es?.
Díaz – Canel, era hasta hoy el primer vicepresidente de Cuba, y tiene una biografía oficial escueta de detalles personas y profesionales, aunque nadie a ciencia cierta sabe cómo se proyectará en su gobierno, algunos apuntan a que le dará un nuevo estilo al gobierno y a la isla.
En un país donde no existe la figura de la primera dama y los dirigentes, Díaz – Canel, llegó casi sin custodia en marzo pasado hasta un centro de votación en Santa Clara, de la mano de su esposa, mientras saludaba a las personas que se le acercaban.
Díaz – Canel, quien tiene 57 años, sería la primera persona en tomar la máxima dirección que no se apellide Castro desde que triunfó la revolución en 1959, por lo que se enfrentará a una economía estancada, una infraestructura en decadencia, la hostilidad de Estados Unidos que no levantó el embargo, ni las sanciones contra la isla y las críticas de un modelo de control estatal con salarios bajos en el marco de un congelamiento de la iniciativa privada.
Apenas saltó a la mirada internacional el año pasado cuando fue protagonista de un video filtrado en el cual abogaba por cerrar medios de prensa independientes y etiquetaba a embajadas europeas como una avanzada de la subversión contra la revolución.
Sin embargo, esa imagen ortodoxa contrasta con la percepción de hombre sencillo, tolerante, afable pero exigente que tienen muchos de sus conciudadanos de la provincia de Villa Clara, en la cual pasó su infancia, su juventud y de la que fue primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) durante nueve años, un cargo que en la práctica es más importante que la del jefe de gobierno local.
Graduado como ingeniero electrónico de la Universidad de Villa Clara en 1982 realizó su servicio militar obligatorio hasta 1985. En 1987 se incorporó a la Unión de Jóvenes Comunistas y empezó a trabajar como profesor mientras viajaba a Nicaragua como parte de una delegación de apoyo al sandinismo.
En 1994 fue designado como primer secretario del PCC en Villa Clara y rápidamente se ganó una reputación de funcionario trabajador con un estilo modesto y que los vecinos recuerdan como el primero de su rango en no mudarse a una vivienda más grande.
Era popular y llamativamente joven para su puesto y hasta atendía a todo aquel que tocara a su puerta en la sede partidaria o en su propia casa.
En mayo de 2009, Díaz-Canel llegó por primera vez a un puesto en el ámbito nacional cuando Raúl Castro lo convocó como ministro de Educación Superior.
Bajo su gestión se ajustaron los planes de estudio, se modernizaron sus contenidos, se modificaron los reglamentos de posgrado y se impulsó el uso de la tecnología de las casas de altos estudios con laboratorios de computación y digitalización de contenidos. También fue de los primeros funcionarios en aparecer con una laptop en reuniones en un país donde el internet en los hogares está restringido y los precios son elevados.
Para 2012 se convirtió en vicepresidente y meses después con las elecciones en primer vicepresidente, pero en paralelo se volvió renuente a la prensa, su agenda se hizo protocolar y no se lo vio más en las calles o en los medios de comunicación.
Según diplomáticos y analistas, la transformación de su estilo obedeció a la lógica de la historia reciente en el liderazgo del país, en la que la generación revolucionaria sacó de carrera a los más jóvenes acusándolos de no ser lo suficientemente leales al proceso.
Precisamente por el 2012, Harold Cárdenas era un profesor de marxismo de la Universidad de Matanzas y junto con otros dos amigos inició un blog llamado “La Joven Cuba”, que tenía un claro perfil de izquierda, aunque criticaba varios aspectos en la isla. Por ello, sectores ortodoxos del PCC y el gobierno local los acusaron de “hacerle el juego” a los enemigos de Cuba y los bloquearon, pero sin que ellos lo solicitaran Díaz-Canel tomó partido.
Para Cárdenas, la intervención de Díaz-Canel demostró que la nueva generación –posterior a la revolución y anterior a la suya propia– le dará una continuidad al proceso, pero cambiará según sus experiencias vitales: la caída del campo socialista y los subsidios, las fallas de los dogmas del comunismo setentista o la necesidad de respeto a una mayor diversidad religiosa o social.
“Díaz-Canel lleva años en una posición muy incómoda, nadie de su generación ha sobrevivido hasta llegar el lugar a dónde está él”, expresó Cárdenas. “Yo hablo con Díaz-Canel como con un tío. Es mucho más comunicativo de lo que se muestra… Existe una imagen gris de Díaz-Canel que es una construcción gubernamental de desproveer a la dirigencia de colores para mostrar una solemnidad innecesaria”, consideró.
Iveth Villalobos / EV Houston Newspaper / AP / Foto: EFE