La decisión anunciada este miércoles por Venezuela de iniciar el procedimiento de desvinculación de la entidad multilateral es inédita desde la creación de la misma en 1948. Nunca antes un país del continente abandonó la Organización de Estados Americanos (OEA).
Cuba y Honduras, en diferentes momentos (1962 y 2009, respectivamente), llegaron a ser suspendidas en aplicación de la Carta Democrática de la entidad, pero no dejaron nunca de ser parte de la OEA.
Por ello la decisión del gobierno de Nicolás Maduro, tomada después de que el Consejo Permanente de la OEA aprobó realizar una reunión de consulta de cancilleres sobre la situación en Venezuela, abre una serie de interrogantes respecto a lo que puede pasar más adelante.
El anunció de la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, de no volver a participar “de ninguna actividad y de ningún evento” de la entidad a partir de ahora no es tan inmediata como parece.
Tal como la jefa de la diplomacia venezolana reconoció, se trata de un procedimiento que demora dos años, periodo en el que ese país -según la carta de la OEA- mantendrá las mismas obligaciones y responsabilidades que tiene cualquier otro miembro pleno de la entidad.
Además, para lograr la desvinculación definitiva, Venezuela tiene que saldar cualquier pago que tenga pendiente con la entidad y que fuentes señalan en más de US$8 millones.
Constitucionalistas han puesto en duda que el gobierno de Nicolás Maduro pueda disponer la salida de la OEA de manera unilateral sin el aval de la Asamblea Nacional, pues la incorporación a esta entidad forma parte del marco normativo interno venezolano.
La decisión de desvincularse sucede después de más de un año de fricciones entre Caracas y el secretario general de la entidad, Luis Almagro, quien ha calificado al gobierno de Nicolás Maduro de una “dictadura”.
Todo en medio de una crisis política que está a pocos días de cumplir un mes y que ya cobró la vida de 29 personas.
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